Esto no es un acto de sumisión, y mucho menos una rendición; la resistencia es mí insignia, y ésta, solo ondea a las órdenes de una sola voz de mando. La mía.
Los silencios únicamente son puntos de inflexión, cargados de un fuerte componente: poder de decisión.
Desde la posición de una mirada externa, podría dar la impresión, de ser un proceso doloroso y extenuante; efectivamente lo es, pero al mismo tiempo es necesario, incluso urgente detener la marcha, para contener todo un silencio, a un nivel supremo de meditación. Lo que permitirá reubicarte, reconducir y reorganizar la fuerza bruta, el intelecto necesita saber hacia dónde debe dirigir su energía, el control se hace necesario, se convierte en instinto primario, ante cualquier próximo acto.
En cualquier combate, el factor sorpresa juega un importante papel, aliado intimo de una previa exploración del terreno.
Comandar las legiones de tantos pensamientos, requiere grandes dosis de esfuerzo; sobre todo, saber escuchar las voces que guardan conocimiento experto sobre la situación, pues de su información y consejo, se valdrán los efectivos que conviven en los barracones de la memoria, a la espera de la señal de ataque.