Nubes plomizas se acercan despacio, sigilosas, arrastradas por corrientes frías, que las envuelven en esas tonalidades de grises oscuros, y brillantes claros de intensa luz. Se arrastran sobre la tierra buscando ocupar un lugar propio, como almas errantes que buscan donde reposar, donde expandirse sin irrupciones que alteren sus caprichosas formas, un espacio que las acepte con todas sus consecuencias, cerca de un inmenso océano para poderse alimentar sin miedo.
Buscaran lugares donde fluctuar entre la luz y la oscuridad, entre una suave brisa y un viento helado, entre susurros y gritos aterradores…