No fue esa la única vez que tú has usado ese afilado instrumento en pos de un futuro mejor para ti; además puedo decir con seguridad que aún la tienes cerca de ti, sé que los recuerdos que te evoca el cogerla entre tus manos y sentir el tacto suave y pulido, que ha llegado a alcanzar con el paso de los años, para ti son recuerdos exultantes, que te transportan a aquel momento tan maravilloso y que lamentablemente ya no puedes tener, pero se puede vivir bien de los recuerdos, los puedes saborear siempre que te apetezca sin que nadie lo vea, eso es lo mejor que tienes a día de hoy. -Pero eso de que nadie lo sepa, es hoy  ya una cuestión muy subjetiva, ahora las personas que creen conocerte y además ven los medios de comunicación, son incluso capaces de llegar a plantearse determinadas cuestiones y si me apuras, incluso ellos solos elaboran sus propios juicios de valores. –Fíjate lo que ha avanzado la sociedad en estos últimos cuarenta y pico años y además ya no existen los psiquiátricos, esos lugares en los que terminaban encerradas las personas incomprendidas por la gran mayoría de la sociedad, los antisociales. -Te lo comento porque tú hiciste lo posible por demostrar que estaba loca, a la vista está, que en eso no te esforzaste, pero porque estabas más que segura, que más temprano que tarde yo misma acabaría con mi vida. -En fin, se ve que el destino en el que para nada creo, te está mirando ahora  de frente a ti. Porque como puedes observar no estoy loca, un poco de incontinencia verbal sí que tengo, he de admitirlo, pero quizás sea más que nada, porque he pasado demasiado tiempo callada, bastantes castigos he recibido por tu parte si intentaba lo más mínimo.

Y es que estos días son días muy, pero que muy especiales tanto para mí como para ti, tanto por los viejos tiempos como por los nuevos. Pensando estaba en ti, y en lo piadosa que te has convertido desde hace unos años atrás. –Y te digo esto, porque como ahora tengo el inmenso placer de no tenerte cerca, puedo realizar mis propios discernimientos sin intrusiones malévolas, no te vayas a creer que he comenzado ahora con esta manía, no, ni mucho menos, siempre he usado la razón, tú me has obligado a planteármelo todo; a buscar una explicación, un significado, un sentido a cada mirada, a cada gesto, a cada silencio. La ventaja que tengo ahora es que no interfieres en mis pensamientos, solo eso. -¿Tendría quizás que agradecerte esta costumbre que me inculcaste desde la cuna? –No sé, creo que tu prepotencia nunca te dejo ver, que otros pueden aprender a la par de tus actos.

En fin que todo esto a ti no creo que te interese mucho. -Yo lo que quería saber, es si estas hoy de visita en algún templo sagrado, o si tienes alguna promesa de esas tuyas que nadie sabía a que venían, porque vamos digo yo, que no habrás echado ninguna promesa para que tu hija pródiga vuelva a casa, porque si acaso es así, ya te digo yo que no se va a cumplir, mejor la cambias por otra; por mantener engañado a esa pobre criatura que está ocupando el lugar de tu hija, y lo digo sin rencor, no quisiera yo verme en su pellejo sabiendo lo que sé, de lo que eres capaz.

Te digo más, me consta que tú no me vas a contestar, pero ya te digo yo, que lo sabré en breve, esta nueva era de la tecnológica es lo que tiene, te lo comento para que no sufras.

-Bueno, ya me he cansado de mantener éste diálogo, que a fin de cuentas conozco la historia y además sé cómo termina; solo era para que observaras parte de mis reflexiones en el día de hoy.

Ahhh se me olvidaba una anécdota, quizás la gente que ter rodea y vive en tu zona de confort no lo sepa. -Te he preguntado si irías hoy a algún templo sagrado, porque la última vez que te pedí explicaciones, sobre la situación que estaba viviendo mí hermana, cuando ella destapó la mitad del pastel, porque la otra mitad es mía y con esa ya me las arreglo yo. -Yo en este momento, simplemente quiero recordarte lo que me dijiste aquel día, cuando te pregunte directa y abiertamente, a ti como madre, ¿qué estabas haciendo o pensabas hacer, para paliar el sufrimiento de mi hermana, que resulta que es tu hija?; -ésta última aclaración es por si acaso se te ha olvidado en éstos últimos años, nada más. Tu respuesta en aquel momento fue: yo voy a misa. –No pude más que reírme de tal respuesta, se ve que en aquel instante se te habían agotado las respuestas más absurdas , y se te ocurrió esta, que era totalmente nueva; teniendo en cuenta lo buena persona que eras y que nunca jamás habías ido a misa, pues como que no me cuadro mucho. –Por eso hoy, yo estaba pensando, si estarías en misa o piensas ir. –Por pura curiosidad simplemente, aquí maldad no hay.

No te aburro más con esto, querida; cambiemos de tema, mejor dicho retomemos el inicio de este insignificante relato. –Te estarás preguntando que fijación tengo hoy con las hachas, seguro, y es que entre la fijación y lo maniático hay una línea tan fina, que es la misma que distingue a los cuerdos de los locos, y como has podido observar; yo he escrito fijación. Yo, siempre tengo mucho cuidado con las palabras que elijo, otra mala costumbre que  aprendí de ti. –Y es que, simplemente tengo necesidad de recordarte un detalle de mi infancia, referente a ese tipo de castigos que tú me ponías, cuando yo no me portaba bien, tan bien como tú querías. –¿Te acuerdas tú, querida Zorra, una noche en el pajar?, era noche cerrada, allí nunca hubo luz natural, y tampoco artificial hasta pasados muchos años, por tanto la estancia estaba tenuemente iluminada con velas, esas que usabas para alumbrar en las procesiones -¿Te acuerdas? que las ibas acumulando como si fuesen tus tesoros más preciados, guardabas las velas prácticamente entera en el pajar, y eso que te tirabas toda la noche de penitencia –¡Yo no me lo explico! Pero sé, que era una costumbre tuya, como madre previsora que eras.

Pues bien, el dichoso tronco de madera,  ese mismo con el que unos días atrás me habías amenazado con cortarle las manos a mi hermana, estaba ahora allí, y allí nunca estaba esa cosa, allí había de todo, pero ese tronco nunca estuvo allí, salvo en aquel momento exacto.

Esa noche el tronco iba a cumplir otra función, aunque eso ya lo sabias, precisamente lo habías preparado tu. La habitación estaba en penumbra, allí solo se podía escuchar un sonido extraño; como si algo o alguien no pudiera respirar libremente, al cabo de unos segundo esos ruidos se multiplicaron, parecían que el mismo ruido sonaba más de una vez en el mismo tiempo; pero estaba tan oscuro que no se podía apreciar ninguna imagen con nitidez, de pronto una fuerza me empujó por la espalda y me obligó a estar más cerca, casi en el centro de aquel lugar, y casi inmediatamente empecé a sentir algo caliente que salpicaba mi cara, los brazos, las piernas, todo el cuerpo se fue impregnando de ese líquido viscoso, pegajoso y muy caliente, al mismo tiempo que escuchaba el silbido que produce el hacha al bajar rápidamente y embestir el tronco; una vez, otra vez, otra más, y ya no pude seguir contando …en esa situación risas grotescas de diferentes personas resonaban por toda la habitación, todas tenían en sus manos una gran vela pegada a su rostro, yo lo único que pude ver, eran como había gallos despavoridos corriendo sin cabeza, y sus cabezas todas al lado del tronco, con los picos atados para que no hicieran ningún ruido, ese era el extraño ruido, y su sangre era el líquido caliente que empapaba mi cuerpo, mientras todos se reían… tú la que más, porque siempre has disfrutado de éstos espectáculos.

Pues simplemente era eso lo que deseaba compartir hoy contigo, y decirte que no deberías ir a misa, porque tú no sabes lo que es el perdón y mucho menos el arrepentimiento. No lo digo yo, lo dicen tus actos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *