A veces los demás no pueden verte, son incapaces de sentir tú ausencia, la parte material y aparentemente real que ven los otros, es tan sólo una ilusión óptica, la realidad que recrea tú propia mente, tan perfecta y maravillosa, siempre en sintonía y armonía con su entorno; capaz de crear situaciones tan reales que suplantan la realidad de tú no existencia.

El olvido, es quien se encarga de mantener la conexión entre esos puentes de realidad virtual, un olvido, enmascarado, creado a través de la superposición de vidas prestadas, pequeños hurtos de historias ajenas, robadas y adaptadas al inexistencialismo propio, encajadas en tú mundo particular donde son reconocidas, porque sólo de ésta forma tú eres lo que ellos esperan ver, un reflejo de sí mismos, su propia imagen, que aflora del interior de otra persona.

Encontrar cuerpos opacos, translucidos y totalmente transparentes al mismo tiempo, es una tarea ardua, sólo aquellos conocedores de éste arte oculto y siniestro, son capaces de llevarlo a cabo, a través de rituales perpetuados en el tiempo, con un solo objetivo, quitarle la propia vida, transformar en perpetuo frío su calor corporal, eclipsar permanentemente su luz.

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