Unos ojos despiertan raudos ante la persecución de un mal sueño, a su alrededor, una densa niebla no les permite discernir si está amaneciendo, u oscureciéndose la luz del día. El sueño que ha provocado el repentino despertar, se cuela entre la niebla, ahora es imposible distinguir, qué forma parte de la realidad y qué pertenece al ensueño. Un gélido frío va entumeciendo todo tú organismo, excepto tus percepciones, puedes sentir como se acercan, Ellos vienen, no puedes ver nada a tu alrededor pero puedes sentir el miedo, el terror va retorciéndose alrededor de todo tú cuerpo, terminas perdiendo la visión, no por la niebla que te envuelve, sino porque ya te han atrapado…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *