Sus ojos reflejan terror, pánico, miedo; emociones brutales, que tan sólo le permiten una reacción.  Correr, no importa que esté descalza y apenas vestida; lo importante en ese preciso instante, es correr, poder alejarse de ese lugar, cree que existe esa posibilidad.  Desde donde se encuentra en ese momento, si corre rápido, podría tardar muy poco en llegar a ese pequeño montículo de encinas, donde también crecen enormes piedras. –Piensa que allí no pueden encontrarla, nadie sabe aún que le gusta desaparecer entre los árboles, cree en el poder de la mimetización.

No puede sentir el frío de la profunda noche, porque todos los sentidos están haciendo un sobreesfuerzo, el miedo no puede restringir la entrada de oxigeno a los pulmones, el pánico no puede distorsionar la visión nocturna, es necesario sentir que ves tus propios pies, el terror no puede romper el equilibrio, si te caes, te alcanzaran. Ellos siempre son más rápido que tú, y parecen saber lo que piensas. Siempre tienen ventaja sobre ti.

Hay que reservar algo de energía para invertir todo este proceso – Ahora todo se ha oscurecido a tu alrededor, una noche protectora se cierne sobre ti. No puedes ver, hasta que controles el pánico, los pulmones deben ralentizar la respiración, hay que racionalizar el miedo, para poder controlar el ritmo cardíaco, y minimizar la expulsión de aire, produce demasiado ruido, el terror desaparece al encontrar tu cuerpo, el contacto directo de una corteza rugosa de encina.

Abrazar ese gran árbol entre un absoluto silencio, es lo más parecido a sentirse a salvo de ellos. Como si él pudiera defenderte de su maldad.

-Pero no puede. Ella siempre termina encontrándote, le resulta divertido ver como pierdes todas tus fuerzas, así es más fácil para Ella.

Y el corazón comienza a latir despavorido, porque ninguna parte más de tú organismo puede intentarlo. Entre tantos golpes, la escuchas hablar. –Esto no puede pasar más veces, podrían ver a la niña corriendo. –No sirves para nada, todo lo tengo que hacer Yo. –Esto se va a acabar, que se ha creído la niñaca, ya lo veras.

-Corre ahora y te acuestas, sin hacer ruido, no despiertes a tus hermanos.

Todo está oscuro, en el ambiente flora un extraño olor, demasiado penetrante incluso para los ojos, que de repente empiezan a quejarse, la cama esta fría.-Ahora de repente aparece sensación de mareo, un suave chasquido retumba, se hace más fuerte ese extraño aroma, siento que sale de debajo de la cama. –Son braseros, hay varios braseros de ascuas bajo las camas, eso es lo que produce la sensación de que tú cabeza pesa más de lo normal, tanto que termina desplomándose.

Cuando vuelves a despertar, no puedes moverte, te han inmovilizado, Ellos están allí, y te dicen. -¿ahora qué, ya no corres?

Al día siguiente cualquiera la podía escuchar en la calle diciendo: -Cuanto estoy sufriendo, yo no se que hacer ya con mi hija.

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