Conocer, o simplemente intuir cuál es tú propia ubicación, permite un rápido análisis del tiempo que va a transcurrir entre un futuro inmediato y un presente inminente, una brecha en el espacio que tan solo puede ofrecerte la posibilidad, de iniciar un proceso mental idéntico a un espejismo subliminal, nada de lo que el instinto sea capaz de transmitirte, se aproximará jamás a la realidad vivida, porque la trayectoria de la crueldad humana nunca puede predecirse, ni tampoco verse en su total magnitud.

Y lo que piensas que es una ilusión, no es más que la realidad palpable, la antesala de la muerte, una muerte con tantas caras, como formas de apagar la existencia de una vida, un halo de vida que siente como se mece, en un espacio en el que la única guía, es la fuerza de la gravedad que atrae todo tú cuerpo.

Ella es la única capaz de indicarte donde podrían estar tus pies, ya que el peso que soporta la nuca no te permite discernir donde está el resto del cuerpo, no porque haya perdido la unión entre sus extremidades, sino porque no existen conexiones neuronales, que transmitan ningún  impulso. O si existen, no tienen capacidad de expresión.

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