Un despliegue de intenso colorido se muestra imparable, a medida que te acercas a su morada, se exhiben como grandes señores de majestuosidad incalculable, capaces de ser divisados desde largas distancias, y con poder suficiente de otear su propio horizonte, en el que no existe ninguna línea que lo llegue a delimitar; en éste lugar, la tierra se funde entre el cielo y el agua que derrama sus nubes, el viento cálido, deja paso a las corrientes invernales, congelando el aroma como un reducto de recuerdos entre tus sentidos, adormecidos entre capas de fino hielo, aletargados bajo la desnudez de un paisaje, que sueña ahora con la cálida luz, de suave tacto, que pronto regresará a despertar sus sentidos