El mundo de los enteraos es inmensamente grandilocuente.

Si lo miramos desde la jerga Zagreña, un enterao sería un personaje muy peculiar, en cambio si te pones a buscar en la RAE  “enterao”  ya de primeras, no solo te corrige, sino que modifica totalmente la personalidad de esa gran palabra, tranquilamente te la cambia por : Enterado, que suena muy «finolis». Y de repente te dices a ti mismo, –Oinsss! si va a ser verdad esto de que el saber no ocupa lugar-. Y al final la RAE te dice que un enterado es:

Del part. de enterar.

  1. adj.Conocedor y entendido.
  2. adj.Orgulloso, entonado, estirado.
  3. adj.coloq. Que presume de saber mucho de algo. U. t. c. s.
  4. m.Nota consistente en la palabra enterado, escrita al pie de un documento para hacer constar que la persona o autoridad a la que va destinado se ha dado cuenta de su contenido.

Y es que un enterao no es un listillo, sabiondo, sabelotodo. No, resulta que es todo lo contrario. Un auténtico enterao lo reconoces en cuanto te lo echas a la cara. Para mí, dar con un enterao de los buenos, es como sumergirte en el profundo mundo canino, y ojo, mucho cuidado con esto, que éste mundo animal es muy amplio porque…  ¡No tiene nada que ver, salir a la calle a pasear un chihuahua enano, que salir a que te pasee a ti, un Doberman!.

Yo si alguna vez tuviera un perro, lo tengo claro. ¡Quiero un Doberman!. – Es que siempre me ha gustado este tierno animal, quizás por ser un gran desconfiador de los extraños que puedan acercarse a su ama,  y no solo eso, es que tiene instinto más que suficiente, para interpretar sin margen de error, la señal más insignificante que pueda transmitir la expresión corporal de su dueña. No tienes que indicarle que ataque, porque ya lo hace él solo,  le saca la “taha” a quien se le ocurra acercarse a ti sin previo aviso. ¡Una mascota así no tiene precio!.

Pues esto mismo pasa con los enteraos con los que a diario te cruzas. Que mientas te está hablando, se te va poniendo una cara de asco, la cual tienes que ir disimulando mientras te planteas… -¿Le contestó? -Para que, si no merece la pena… Esto sería un chihuahua.

En cambio cuando en tu camino se cruza un auténtico enterao, tú sabes que lleva una chapa en el bolsillo de los pantalones, con los datos de su pedigree. Lo reconoces en cuanto abre la boca para decir algo. ¡Y entonces tú vida cambia!

Esta historia no tiene moraleja, pero podría servir como slogan para una consulta de psiquiatría barata.

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