He sido siempre más fuerte que tú y sigo siéndolo. Me has  tirado al suelo y arrastrado por el tantas veces que ni siquiera puedo recordar un número aproximado.  He tenido que volver a levantarme, eso sí, completamente sola. He tenido que recobrar fuerzas para poder volver a levantarme y caminar con cierta normalidad. Sabiendo que más tarde que pronto volvería a estar tirada a la altura de tus zapatos, con todas sus consecuencia, con todo lo que implica ver la punta de tus zapatos , sin importar la forma que tengan éstos, pues los efectos siempre son los mismos.  

Tú siempre has tenido una gran fuerza que has usado para tirarme, arrastrarme y pisotearme. –Pero yo tengo otra fuerza que tú no podrás aniquilar nunca. Siempre he sido capaz de usar la poca energía que me quedaba, para incorporarme y desafiarte, sabiendo tú que nunca podría llegar a hacer más que eso. Levantarme.

Sigo peleando con todo lo que me has dejado, continúo levantándome cada vez que algún recuerdo tuyo se cuela de forma intrusa en mi memoria. – Con la única diferencia de que cuando vuelvo a estar de pie, no me encuentro con tu mirada llena de desprecio, ni con la fuerza de tus manos que se aferran a mis hombros para zarandearme.

Ya no estás tan cerca de mi…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *