Unos ojos miran fijamente a través de los barrotes de la pequeña puerta de hierro, que hace la función de férrea carcelera; un gran cerrojo largo y redondeado se extiende por una amplia  superficie plana, ubicada en una altura media de la misma puerta. Desde cierta distancia puedes observar la imagen en movimiento; ves cómo se desliza, la barra horizontal que termina en punta roma. al recibir un golpe seco y cortante, que la hace desplazarse en línea recta hasta terminar encajada en un oscuro orificio. Un espacio abierto en la parte lateral izquierda de la pared, por alguna figura humana; cada vez que el cerrojo ocupa esta posición, queda encajado entre dos pequeños aros de hierro. Uno de éstos aros está colocado en la parte plana de la misma puerta y el otro forma parte de la propia terminación de la barra, ésta ahora en posición vertical, que compone la estructura completa de la cerradura; cuando ambas partes quedan unidas, solo falta la presencia de un gran candado, donde un gancho de color metal quedará engarzado entre ellas, para terminar pendiendo de una pesada estructura casi cuadrada, de color dorado.

Nadie podrá salir de su interior, tampoco nadie podrá pasar al interior de ése lugar maldito. El tiempo y el espacio han quedado separados, desvinculados el uno del otro. Los han blindado ante la presencia de cualquier cuerpo material, pero no para la periferia de la que es dueña la materia gris…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *