Desnudos e inseguros va bajando con una pesada trémulez, que parece obligarlos a permanecer por un infinito y breve espacio de tiempo ligeramente separados; hasta que uno de ellos vuelve a iniciar el movimiento.

Como si una alimaña acechara desde su escondrijo, alguien está observando esa imagen con cierto placer, desde algún recóndito lugar de las estancias que existen ahí.

A veces se puede sentir ésa mira oculta, puedes sentir como te observan, como se apoya en la imagen de tu persona todo el peso de la otra mirada, que oculta e impasible, permanece inmóvil y silenciosa, para solo así poder sentir el sonido que provoca el movimiento de ese cuerpo, que está bajando, tan despacio que parece ir vertiendo los pensamientos de una vida entera, en su descarnado caminar.

Alguien está esperando a que termine ese lento proceso, ambas lo saben. La que baja y la que espera que baje.

-¿Lo saben por qué son escenas que se repiten en sus vidas? – ¿O lo saben porque así es la vida ahí? – Siempre sin interferencias que modifiquen las costumbres familiares.

Gotas de agua caen de los ojos de aquella que continúa bajando; en una descoyuntada exhalación sus brazos se agitan, los dedos de las manos se abren al impulso de un espasmo,  para aferrarse a las imperfecciones de unas paredes que es lo único que la pueden proteger de la inestabilidad de unos pies desnudos, que por alguna extraña circunstancia, solo pretenden bajar un peldaño más,  a pesar del extremo frío  que desprende ese bloque rectangular de cemento, ese peldaño extraviado en la realidad en la que todo está sucediendo. No puedes saber cuándo terminará ésa agonía, porque no puedes ver ni sentir. Los peldaños de la escalera únicamente toman forma al chocar las desnudas plantas de tus pies contra ellos, es imposible saber cuantos quedan aún. Y la intensa y brillante  luz que te empuja ahora dibuja nebulosas blancas a tu alrededor, rompe la unidad entre el cuerpo y la mente, destruye cualquier futuro movimiento, aniquila el deseo de poder reaccionar, la mirada ya se ha tornado vidriosa…Ella está ahí, esperándote, con una sádica sonrisa dibujada en su rostro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *