Un autentico maestro, es aquel capaz de transmitir su vasto conocimiento, sin ni siquiera percatarse, de que otros pueden estar aprendiendo de él. En cambio, quién desea trasladar sus conocimientos, de forma consciente y ordenada, no es un verdadero maestro, pues ya ha alterado la esencia de lo más puro, sus propios deseos, ya van instalados de forma implícita o subliminal, en su didáctica.
Sólo un verdadero sabio, es capaz de mostrarle a sus discípulos el origen de la propia sabiduría; y no cualquier discípulo es capaz de retroceder en el camino, las veces necesarias, hasta encontrarse con la razón, con la lógica, con la verdad, que sólo aporta el conocimiento de los hechos, transformando a éstos, en una herencia propia por derecho.
Únicamente, cuando la experiencia del aprendizaje, haya llenado sus correspondientes depósitos, de grandes dosis de información, las creencias de unos y las opiniones de otros, desaparecerán, para dejar paso a lo verdadero, a lo real, y cierto.
Ahora eres tú, quien gestiona y custodia el almacenaje, de esos grandes contenedores, dedicados a proteger el conocimiento en su más alto nivel. Y sólo los grandes maestros tendrán acceso a ellos.
Maestro y alumno son ahora un todo.