Cuando la memoria no existe, el Alma camina errante por angostos recovecos, tan profundos, que sólo piedras desnudas pueden adherirse a ellos; tan afiladas y cortantes, que únicamente la fuerza de la erosión, puede transfigurarlas en hondos barrancos, repletos de invisibles precipicios, tan profundos y oscuros que lo único que pueden albergar, son escondrijos de fieras alimañas, cuya supervivencia depende de los despojos que arrancan a través de brutales laceraciones, a la memoria de sus congéneres. Engullen lo que consideran que es su alimento, sin saber que se están devorando a si mismas.

La memoria es el escribano del Alma “Aristóteles”
Posted on by Cuervo