-Tú has leído alguna vez a Allan Poe?
-No. Nunca
-Pues yo, sí.
-¿Alguna zona de tu cuerpo presenta un estado similar a este?

-No, ninguna.
-El mío, sí.
-Eres tú, o yo la que escribe en este momento.
-Yo. La que escribe es tu hija.
Es a tú hija a la que se le escapa la vida. Es tú hija la que no puede dormir por las noches. Es tú hija la que grita por las noches cuando tú rostro se hace presente entre sus pesadillas. Es tú hija la que no puede vivir sin que la atormente el dolor de todo su cuerpo, que llora sin consuelo.
En cambio, tú sigues con tu vida como si nunca hubiera pasado nada, incluso tiene un nuevo marido…
Eres tú, la única que puede fingir que has sido y eres una buena madre, eres tú la que has tenido hijos. Porque tú eres mi madre, hasta el día que yo muera, quiera yo, o no. -¿Recuerdas esa lapidaria frase?, -recuerdas el día en que me la dijiste por última vez.
-¿Qué ves cuando te miras al espejo? -Lo buena madre que has sido, o lo buena madre que aún sigues siendo.
-Sería correcto por mi parte, que te dijera que eres una maldita puta zorra de mierda. O sería yo, una hija demasiado mal educada. -Sería extremadamente irónico, después de lo que tú te has esforzado en que recibiera una buena educación.
-¿Qué somos entonces?
-Quizás seamos simplemente una víctima y una madre maltratadora que pretende esconderse de su pasado, en su propio y nauseabundo presente.
Eso eres, porque yo ya no te pertenezco…