Espero que hayas sido capaz de guardar algo de inteligencia para tiempos venideros, como podría ser este momento presente, en el que vivimos  actualmente las dos. Confío en que no la malgastaras toda, ocupándote te tu problemática hija mayor.

Me consta que has pasado muy malos momentos por su causa, muchas noches sin poder dormir, días enteros con el apetito perdido consumiéndote de impotencia y  rabia por no saber cómo actuar, con esa hija tuya que parecía maldecida por todos los dioses de tu misterioso y particular universo. Cuantos días has confundido con sus noches, en el llanto descontrolado que la pena del sufrimiento por tu hija te arrancaba del corazón.  Cuánto dolor has soportado, por no haber sido nunca capaz de encontrar la forma de ayudarla.  -Y fue la culpa que vertiste sobre ella, el único bálsamo que pudiste encontrar ante tanda incertidumbre, ante tanto desconsuelo y falta de entendimiento hacia esa hija maldita, que al final se convirtió en una desagradecida.

40 años de tu vida invertidos en ella, para eso, para que ni siquiera sea capaz de reconocer el mérito, que aunque infructuoso ha tenido toda tu lucha, todo lo que has peleado por ella, por esa desgraciada, que no es capaz ni de volver la mirada atrás, para al menos sentir algo de tu dolor. El dolor que cualquier madre podría sentir por una hija mentalmente inestable, sin rumbo en la vida, sin pasado, sin presente, sin futuro, sin nada que la identifique. –Esa era tu particular visión en aquel tiempo ya lejano para ti.

-¿Acaso una madre como tú, se merece un trato similar a ese? –Pues claro que no. Después de malgastar 40 años cuidando inquebrantablemente del silencio de tu hija. 40 años recordándole que no ha sido una hija, como la que tú esperaba que fuera. 40 años de mentiras envueltas en verdades irreales e incuestionables. 40 años viviendo con la absoluta certeza de que nada había escapado a tu control, de que todo había sucedido al menos como tú esperabas.

Para hacer lo que tú has sido capaz de hacer, ya no solo con la vida de tu hija,  sino con la de todos tus hijos, hay que ser muy inteligente o por el contrario,  tener la absoluta certeza de que nadie te va a descubrir nunca.

Espero por tu bien y sobre todo por los días que te queden aún por vivir, que eligieras la primera opción. La inteligencia. –La inteligencia nunca se acaba, en cambio la seguridad que tenías de que nadie jamás me pudiera llegar a creer, es ahora otro tema bien distinto. – Y es que ya no se trata de creer o dejar de creer, la cuestión es que la pieza principal de tus entretenimientos está fuera de cualquier alcance tuyo, ya no puedes discriminar sobre lo que debo decir y lo que no puedo contar.

-¿Y sabes porque te cuento todo esto sobre la inteligencia? –Seguramente te estarás preguntando a qué viene tanta preocupación sobre el  nivel de inteligencia tuyo, que desde luego es bien alto y tanto tú como yo lo sabemos.  Por el contrario desconoces todo lo que yo sé de ti, ya que nunca te preocupo lo más mínimo que pudiera llegar a saber más o menos. No esperabas que viviera mucho tiempo. -Y es que probablemente, tu narcisista egocentrismo te impidió ver con claridad que “todo aquello que no te mata, te hace más fuerte”

Pues sí señora, ahora yo soy tu bomba de relojería, ajustada con el paso del tiempo a una precisión absoluta que no deja cabida a ningún margen de error. Soy la única persona que puede destruirte y eso, con toda seguridad también sé que lo sabes. Es por eso que nunca te ha interesado verdaderamente restaurar nuestra maltrecha relación madre-hija. Preferiste quedarte con los restos de unos hijos que aún creían en ti. -Pobrecillos, necesitaban creer en lo que nunca habían tenido. -Que ilusos y que pena me dan, por la posición que un mal día eligieron tomar.

Hay que reconocer que tienes mucho mérito, aunque por supuesto, lo tienes a costa de la vida de tus hijos, de los que eligieron rechazarme por miedo al que dirá la sociedad. Y es que ya se sabe que en estas situaciones, mientras todo quede encerrado dentro de la familia no habrá problemas que solventar. –Y ahora viene la pregunta y la explicación de mi preocupación por la inteligencia tuya.

-Qué ocurre en la vida familiar de una madre pederasta que ha sido expuesta a la luz pública. –Qué ocurre cuando en tu entorno más inmediato se instala de forma permanente, el planteamiento de la duda razonable ante la narración de éstos hechos, los actos que tú cometiste en un tiempo pasado y quién sabe si no habrás continuado mantenido de alguna forma, bajo otras circunstancias, porque oportunidades a ti no te han faltado. –Supongamos que hayas tenido acceso a niños en este tiempo, sabiendo tú, que efectivamente nadie me iba a creer. – ¿Podrías haber sentido algún deseo irrefrenable hacia ellos? -¿Podrías haberte reinventado en otra versión de ti misma? – Una nueva, adaptada a los tiempos actuales que vivimos…Es muy probable que la respuesta sea un rotundo. Sí.

-Sabes tú, que ya a estas alturas, no importa que la gente que te rodea crea o deje de creer en estos pobres argumentos que aquí se plasman, que lo que ahora tiene valor es que la semilla de la duda ha germinado y está creciendo.  –Ahora pues, yo te miro a la cara y te pregunto, ¿qué ocurre actualmente en el interior de tu familia?-Que le ocurre a esa mutilada familia, cuando el silencio se libera y sale al exterior, fuera de su control de poder. Cuando ya no son ellos los únicos que saben y miran para otro lado. –Aquí, justo aquí tu nivel de inteligencia tiene que ser extraordinario, para manejar y reconducir la situación de forma que no se descontrole su funcionalidad. –Ves ahora, cual es mi preocupación. –Has sido lo suficientemente perspicaz, como para encontrar la manera correcta de mantener unida a tú familia.  Si lo has conseguido, habrá que felicitarte una vez más, por el contrario si tu familia corriera el riesgo de desintegrarse, significaría que has perdido el poder de la mentira que hasta ahora te protegía, significaría que la verdad se vería reflejada en vuestros actos. Los de tu familia.

En contra de ti, tengo que decir que dudo mucho que hayas sido capaz de mantener unida lo que queda de tu familia. Aunque eres muy inteligente, también eres vorazmente insaciable. Tú eres incapaz de amar algo que no seas tú misma, eres incapaz de vivir por ti misma, necesitas alimentarte de la agonía y del sufrimiento de quienes están dispuestos a sacrificarse por ti, esperando a cambio de tanto dolor, que su ilusión algún día se haga realidad. Una ilusión que nunca se materializará, pero eso ellos lo ignoran. 

-¿Tienes pensado responsabilizarte algún día de tus actos? – De todos tus actos. Lo digo porque las madres están para evitar que sus hijos sufran, aunque a ti eso seguramente lo único que te produce son arcadas.

Tenías razón con el  destino y en este caso el tuyo lo voy a ir escribiendo yo, espero que no me guardes rencor. El mío lo decidiste tu…

Una última cosa mamá –¿Se habrá planteado alguna parte de la sociedad, que una pederasta nunca cambia de gustos ni de intereses?

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