Expiar sus pecados a través de la hipocresía, es quizás el mayor de sus sacrificios. No poder mostrarse ante los ojos de los demás como verdaderamente es, requiere de un gran sufrimiento personal, casi podría llegar a simbolizar una verdadera condena. Aunque Ella eso no lo ha visto nunca desde ese punto de vista, más bien sería, una promesa a cumplir para su dios. -¡A saber a qué deidad adora Ella!

Y es que la esencia, lo que nos hace únicos como personas aunque sean madres incestuosas y pedófilas; tiende a salir a la superficie.  Las profundidades del ser humano se mezclan por naturaleza propia con su otra mitad: La superficialidad, su otra parte que la complementa, aquella que siempre ésta más expuesta a miradas cercanas.  Mantener el equilibrio entre ambas no es una tarea fácil, si no eres una grandiosa hipócrita.

Sólo una hipócrita de éstas dimensiones, es capaz de llevar a cabo su propia muerte, acabar con su propia historia de esposa y madre mártir, aniquilar su imagen de mujer maltrecha y maltratada, por la vida que Ella misma deseo tener. Así elige morir en Zagra, para resucitar como el Ave Fénix en Huétor-Tájar.  Renovada de impurezas, prejuicios, del qué dirán…con este nuevo renacer, se desprende del pasado antiguo ya para Ella. Este despertar a la vida le ofrece la posibilidad de ser más Ella, más autentica.  Aquí el recuerdo de una vida repleta de abusos sexuales a su hija, permanece en la más estricta de las intimidades,  sólo para Ella, y sus momentos de placer.

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