En el mundo paralelo nada converge, sino que ese otro universo simplemente emerge, sin necesidad de concederle importa a la distancia, ni al recorrido que ha tenido que llevar a cabo, únicamente se hace visible, y lo hace por iniciativa propia. Nada ni nadie precipita tal torrente de imágenes, percepciones, emociones, sensaciones, e intuiciones que surgen de forma desbocada y permanecen en ese estado caótico, hasta que se adueñan de un fragmento ínfimo de tiempo, al que se adhieren con energía, para poder reubicarse y tomar la suficiente forma y fuerza tan necesaria para transformarse en materia viva; materia que en cualquier momento puede encontrar la muerte de su destino, de aquel que fue escrito por unos y narrado por otras, también figuras humanas, guardianes ambos de esos mundos en los que habitan de forma tan voluble y maleable. Ellos guardan secretos de uno y otro lado, secretos con los que van asfixiando el tiempo en todas sus dimensiones posibles, pues con él juegan y de él se ríen, al saber que realmente no existe, que simplemente es una ilusión, que nada puede existir cuando la incertidumbre se presenta en modo de sonidos guturales, que viajan a través del tiempo, sin encontrar un vínculo que les dé sentido y continuidad, rompiéndose en una sonora y estrepitosa carcajada, de la que nunca podrás extraer la verdadera profundidad que guarda su espeluznante risa. Repugnancia, rencor, odio, envidia, deseo..
En la otra parte, un grito ahogado despierta de su sepulcro, para inicia un viaje de regreso al momento primitivo, al momento que le dio vida y significado…el tiempo sabe que, ni la grotesca carcajada, ni el pavor del grito se encontraran jamás, aunque ambos conocerán la existencia del otro en cada momento de su aparente existencia.