Regresar al pasado es vivir en un presente iracundo y alterado constantemente. Quebradizo e inflexible, negligente incluso con la realidad subyugada que pugna por liberarse del fragor que produce esa anodina lucha interna, cuyo principal objetivo es atrapar y encapsular cualquier fragmento de información, que desdichadamente elija escapar del mundo que le fue asignado como suyo propio. Como si pretendiera huir de su propio nombre. Un nombre que sin pedirlo recibió  cuando nació. Muerte, silencio y oscuridad coronan cada una de sus sílabas que sin llegar jamás a pronunciar su nombre en uno solo, son tan reales que puedes sentirlas latir con fuerza  cada vez que el pasado da un paso hacia su presente.  

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