La conciencia limita los actos de unos y libera las perversiones de otros, al amparo de una fachada fingida y siempre conocedora de su verdadero aspecto, sabedora de su origen, de su procedencia natural. Las personas que esconden su verdadera naturaleza, lo hacen con la esperanza de no ser descubiertos; por tanto tienen conocimiento exacto sobre sus actos y consecuentemente sobre su propia persona. Sabedoras de ésta parte oscura que tapan con verdadero interés, no se les podría exculpar por falta de conciencia, ni siquiera de principios o moral autóctona. El simple acto intencionado de esconder determinados hechos, ya revela por sí mismo, que poseen un alto nivel de conciencia.
Este tipo de madres como es la mía; con una conciencia fingida y pulida como un falso cristal, que como un canalla sólo es capaz de aceptar, el despreciable reflejo que Ella misma proyecta sobre el, pues aún guarda Ella con recelo su compostura, esa manera de hacer tan propia de Ella, esa posición social de la que tanto le cuesta deshacerse, ese reflejo que se ha construido de su propia imagen para que todos puedan mirarla sin sentimientos de repulsión.
Así es éste tipo de madres. Se comportan según las necesidades que demande la sociedad actual en la que viven, porque la sociedad no siempre está dispuesta a aceptar determinados procesos evolutivos, cuyo origen provengan de los propios individuos que la conforman, por tanto es la propia sociedad quien se encarga de gestionar a través de un mercado libre, lo que en un determinado momento de su historia está dispuesta a aceptar o rechazar.
Ella ha estado siempre atenta a esos reclamos sociales, actuando en consecuencia a lo que percibe. Por tanto, si el acto de que Ella obtenga placer al torturar hasta la extenuación, subyugar y alienar a su propia hija está mal visto pero no condenado por la sociedad. Ella haciendo uso de su conciencia como dueña exclusiva de la misma, lo condenará públicamente igual que los miembros de su sociedad. En cambio, bajo el amparo de la intimidad, donde esas miradas sociales no existen, hará lo que verdaderamente sienta, desee, y anhele, pues nadie tachará una conducta que no se muestra públicamente. Nadie hablará de una falta de conciencia, pues ha quedado bien demostrado que Ella tiene conciencia.
No te olvides querida zorra, de que sigo existiendo y de que mi conciencia siempre ha sido contraria a la tuya