Cuando en nuestro hogar se cometían actos de barbarie, siempre quedaba una puerta abierta, el resto de entradas y salidas eran blindadas por el pánico y el terror que simplemente producía la festividad del día. Cualquier fiesta de ésta pequeña localidad zagreña era momento propicio para sus propias celebraciones, intimas celebraciones familiares.
Cuanto le ha gustado a Ella el Domingo de Resurrección. Pues a partir de un momento concreto de su vida, mientras el pueblo entero conmemoraba ésta celebración; en nuestra casa se sucedían todo tipo de actos y atrocidades que aún perduran en la memoria del recuerdo.
Ella aún sigue participando en celebraciones de ésta índole, mientras Ella evoca esos momentos que llevó a cabo hace años; otros celebran con júbilo, el paso de la muerte a la vida eterna…irónicamente ambas partes celebran lo mismo. La supremacía de una fuerza sobre otra, del Espíritu sobre la Materia.