Puedes ver tus propios pies. Están desnudos, son pequeños y avanzan sin tu permiso, como si se hubieran separado del cuerpo. Como si tú mirada solo pudiera perseguirlos desde una gran distancia. Lo que tu aún no has pensado ellos ya lo saben, son ellos; tus pies, los que verdaderamente guían a tus ojos, es tu mirada la que sigue tus propias pisadas.  Las primeras imágenes son dos pequeños pies decididos, seguros de hacia dónde deben dirigirse. Pero de repente se estancan en el suelo, permanecen inmóviles tanto tiempo, que la mirada que siempre va tras ellos llega hasta su mismo lugar.

La incertidumbre es aún mayor, pues ninguno sabe hacia dónde debe encaminarse. No importa el lugar hacia el que uno pueda mirar, o el camino elegido. No importa cuál sea la elección, porque vayas a donde vayas te encontraras siempre la misma imagen. No hay salida entre esos lugares que recorren tus pies con ayuda de tu perdida mirada, ninguna salida. Lo único que tus ojos pueden ver al mirar hacia tus pies, son botes de aguarrás puro, en cada habitación hay uno de esos botes de color blanco con la etiqueta verde, desprendiendo ese olor tan penetrante y desagradable. Todos tienen un trapo doblado o arrugado a su lado, o sobre el propio bote. En algunas habitaciones el bote esta en el suelo, colocado discretamente, en otras está depositado a la altura que solo un adulto podría alcanzarlo, lo llamativo es que en todas las habitaciones hay uno de esos bote, y todos tienen un pequeño paño a su lado.

El aguarrás puro, tenía principalmente dos usos en ésta vivienda.

Ella lo usaba impregnando el trapito que tenia siempre al lado del bote, bien para taparte la boca y provocarte un rápido desvanecimiento o bien para acercártelo a las fosas nasales y despertarte, cuando conseguías abrir los ojos, veías todo a tu alrededor borroso y sentías que no podías moverte porque algo oprimía tu cuerpo…y la cabeza pesaba más que ninguna otra parte del cuerpo.

Esos eran sus usos: provocar un rápido aturdimiento, o hacer que despertaras de un embotador y pesado sueño.

Un remedio casero muy práctico y eficaz. ¡Para que luego digan que una madre pedófila como es la mía no tiene imaginación!

 

 

 

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