Ya no queda nada por lo que llorar
el llanto ya no encuentra su lugar,
su alma ya no está,
ahora viaja perdida
entre caminos de tierra, ya muerta.
Veredas, arropadas y protegidas
por Noches oscuras,
noches frías de verano,
noches tan despejadas,
que ni las estrellas quieren mirar,
noches empapadas por un sereno,
que es ya el único, que con lamento
certero, puede llorar lo que
ya no tiene consuelo.