-Te quieres creer, que se me ha pasado darte la enhorabuena! La verdad es que ha sido un año duro, el mío, porque el tuyo no me preocupa demasiado. -Pues como te decía, ha sido complicado. A pesar de que ya no estás en mi vida, aún ejerces un gran poder sobre mí, incluso desde la distancia que nos separa, eres capaz de colarte como una cucaracha repugnante, entre las pesadillas que me asaltan cada una de las pocas noches, que puedo conciliar el sueño. Porque duermo poco sabes, las pesadillas me despiertan constantemente, incluso sueño que estas cerca de mí, tan cerca que puedo percibir el olor de tu sudor frío, incluso el calor que desprende tu asqueroso cuerpo. -¡Fíjate si aún estas cerca de mí! -Que puedo verte gritándome y chillándome como si estuvieras poseída, con la cara roja y endemoniada.
Hay que admitir y reconocer las cosas como son, sabes, porque yo nunca he querido parecerme a ti, eso bien lo sabes tú. –Si negara esta verdad persecutoria, porque así me siento, perseguida por ti. Si la rechazara, sería como tú de hipócrita y de mentirosa, y eso a mí no me hace ni chispa de gracia. No deseo parecerme a ti, que te has pasado la vida aparentando lo que no eres, y posiblemente continúes en la misma línea, porque lo tuyo es la invención y la manipulación. Eres lo peor. –Uffff ya se me está pasando la mano, y esto no es lo tenía en mente.
A lo que iba. – La vida es un misterio, ehhh, pues va a resultar que tú tenías razón. –Recuerdas la última vez que hablamos, ese día que fui a visitarte para decirte que recordaba una serie de cosas de mi infancia. Vamos que fui a verte, para que me dieras alguna explicación razonablemente coherente. Me impresiono bastante cuando escuche salir de tu boca la siguiente frase. “todo lo que te ha pasado es porque ese era tú destino”. – ¡Vaya con el puto destino!, y con tu miserable respuesta, porque yo en el destino no creo. –Pero de estos días que una se pone a pensar, y de repente te asalta esa frase, y ni que decir tiene, que te vuelvo a ver y a escuchar a ti, igual que un disco rayado.- Pues eso, que el otro día me di cuenta, que igual el destino sí que existe, porque tú has perdido dos hijas, y ahora tienes dos nietos. Te recuerdo, que no has hecho nunca nada por solucionar el problemilla, que tenemos entre manos, por eso he dicho. Dos hijas perdidas, sabes. – A lo que voy, que realmente no has perdido nada, el destino te ha recompensado con dos nuevos seres, para que puedas cuidarlos, manosearlos y ultrajarlos con tus pensamientos y miradas furtivas, igual que has hecho siempre con tus hijas, esas que no pueden ni verte. Has tenido suerte que lo que te queda de familia confié en ti tanto, como para dejarte a sus hijos a tu cuidado. Ese gesto de confianza, no tiene con qué pagarse. El destino a ti siempre te recompensa de alguna manera, que para eso eres la que cree en el. Primero tus hijos te defendieron, ellos decían que nada de lo que yo les había contado podía ser verdad. -Y otra vez con la pejiguera de que estoy loca, y que nada de lo que yo decía podía ser verdad. –Espero y deseo que sigan creyendo en tu inocencia, y que te permitan continuar metiendo a sus hijos en tú cama.
Enhorabuena porque la familia ya la vuelves a tener completa. -2 +2=0
-Pues mira, para que no te de ningún repelú, te digo que mi hermanica y yo, estamos aquí viéndolas venir, como el que ve los toros desde la barrera. Porque el que ha vivido cerca de ti, no puede creer en el destino, pero en la libertad de elección sí que se puede creer. En eso las dos creemos.