Memorias exiliadas de su propio presente, aniquiladas y exterminadas por una realidad impura e indecente, que no es capaz de aceptar la verdad sin entrar en conflicto armado. Violencia suprema, ante un ataque inminente que no termina de llegar; no importa las consecuencias del posible impacto, ya sopesado y estudiado; incluso si no llega a producirse, el plan de defensa ya está activado, las alamas se han disparado y con ellas todo ha quedado blindado, al amparo de lo que se intuye en el oscuro terreno del desconcierto y el desconocimiento que nace bajo la impúdica protección de un estado bélico, que no encuentra límites para arrasa con las miserias humanas más intimas. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *